Tornillo autorroscante

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Llego a la esquina y lo veo irse. Tengo 40 minutos de espera larga por delante. El refugio está vacío. Al rato llega una flaca con un bebé recién nacido en brazos y un nene que no llega a los tres años que se sienta en uno de los banquitos. Le dejo el otro a la flaca que con un hilo de voz me contesta un gracias pijotero . A los 5 minutos cae un viejo cualquiera, medio zaparrastroso, pasado de sol, de hambre, de tuberculosis y vino de dos mangos. Nos empieza a dar conversación sobre temas ramdom cual si fuera panelista de TV. Primero nos cuenta por qué con los milicos estábamos mejor, tópico infaltable de cualquier trastornado vernáculo y falto de morfi potente los primeros años de vida. Abandona rápido el tema para decir que es menemista de la primera hora y que a Camila Perissé la mataron los mismos que mataron a Natasha Jaitt. Luego nos cuenta sin que hagamos el menor atisbo de escucharlo que el sobrino le dijo que los mosquitos aparecieron porque Bill Gates y George Soros se adueñaron del mundo con “el uindou nuevo ese con el que andan todos los homosesuales en las orejas“. Clava los ojos en mis auriculares. La piba me mira de refilón y sonríe. No digo nada. El señor les da sus peores batallas a sus mejores soldados.

Mormones

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Después de una semana de no ir a trabajar voy a la parada y al llegar los veo, están ahí. Dos mormones. Uno le muestra una estampida de cristo a una vieja que está sentada. Le habla en un spanglish bastante envidiable. Debe tener unos 18 años como mucho, si los tiene. Parece importado de los fiordos de Noruega, cara de bueno, ojos azules, voluntad de hincha pelotas. La vieja, en plan de sacárselo de encima, le dice con una amabilidad hastiada que lee la biblia y que cree en lo que hay que creer como si aquello en lo que hay que creer fuera algo en lo que todos creyeramos. Pero en fin, siguen en su mambo.