A la vuelta de mi casa, frente a la casa de un vecino, hay un caballo muerto. Dos gatos trataban de hincarle los ojos.
En el colectivo, a unos pocos asientos de distancia hay un tipo viejo, con la cara derruida, que cada vez que tose llena el ambiente de olor a vino vomitado.
Voy sentado.
Eso es la vida. En la tele dicen que puede ser mejor.