Como de costumbre el colectivo repleto. Tres mujeres, cada una cargando un bebé, viajan paradas ya que los asientos especiales se encuentran ocupados por otras madres, ancianos orillando la muerte, discapacitados y obesos mórbidos. La masa compacta no les permite llegar hacia el fondo donde seguramente todos estarán dormidos. Una de ellas grita -“no me asfixien a la criatura”- la masa no se mueve un ápice. Acaso no pueda. La mujer deja de gritar. Tal vez haya muerto junto con su hija pero desde donde estoy no puedo asegurarlo. Otra grita que perdió la sandalia pero la reacción es pétrea.

Al llegar al km.29, frontera entre Khatan City con Laferrere Town, la horda primitiva que Sigmund Freud tematizó en “Totem y tabú” asalta literalmente la unidad e ingresa por las puertas y ventanillas. Uno de los que entra así pisa las piernas de uno de los gordos mórbidos de adelante, que lo insulta. La cosa no pasa a mayores. El griterío roza lo insoportable; el colectivo arranca. No necesito agarrarme de nada, la presión contra los otros me mantiene recto. Tengo una técnica que me permite respirar sin esfuerzo, memoria biológica que le dicen, legada por mis ancestros que tan amablemente hicieron el viaje a Auschwitz por mi.
Agudizo la vista y trato de leer el cartel pegado en el techo. Dice “A partir del 08/03 el recorrido Semi rápido Pontevedra-Constitución / Constitución-Pontevedra sólo contará con un servicio cada 60 minutos. La Empresa”. Auguro sangre.

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#‎hagapatriaeduqueaunperonista
#‎sangremuerteydestruccionyanomeimportaaquienquieroejecucionespublicas.