Parada de 152 en el metrobús de San Telmo, miércoles, siete de la tarde. El pibe que está detrás de mí se manda audios con la novia. Engancho la conversación empezada. El pibe le dice que él también es su amigo y que, como las amigas de ella son pocas, pueden salir todos juntos siempre y cuando no hablen de carteras. El audio de respuesta tarda 20 segundos en llegar. La piba le dice que se vaya a la concha de su madre. Que ella sale sola. Y que si hablan de carteras cuando él está presente es para no hablar de pijas y que se sienta un pito corto. El pibe le contesta “bueno, amor.”
No me doy vuelta. Me lo imagino con cara de gatito mojado.

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96. Jueves a la mañana. Voy parado en la frontera de la primera sección de asientos con el no man’s land. A un costado, sentados, va una pareja con un nene de unos 4 años sentado sobre el padre. La madre duerme contra la ventanilla. Está a punto de babearse sobre el vidrio. El tipo lee el Olé en el celular. El nenito le pregunta si mañana van a lo de la abuela a comer mandarinas. El padre le dice que no porque es el día del amigo y van a tener visitas. El nene se da vuelta y mirándolo a la cara le pregunta si el negrito lo va a ir a visitar. El padre le dice que no, que se murió, que por eso lo enterraron en el fondo, porque era viejito y ya no podía caminar, ni ladrar ni comer. El nene le dice
-Qué mal amigo el negrito, eh, por morirse y no visitarme más.
El padre no le contesta. El nene sigue en lo suyo.

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143. Jueves a la mañana pero menos mañana que la anécdota anterior. Metrobús de Constitución. Mientras espero veo que se acerca un 133 a todo palo tratando de no quedar clavado con el semáforo de Brasil y General Hornos. Aparte, debajo del puente hay una columna de Barrios de Pie, que quieren comer, pegar una vida digna o algo así. Si cortan Brasil, cagamos, no pasa ni una patineta.
El 133 pistea como un campeón hasta que clava las guampas y de casualidad no le pasa por arriba a un pendejo que cruza corriendo sin mirar por donde se le cantó el orto. En bondi deja la marca del frenazo en el asfalto.
El chofer se caga en los pantalones. El pibe también. El chofer abre la puerta y antes de decir palabra el pendejo le zampa desde abajo con una palidez de morgue
-¡Te re zarpaste, ameeeoo! Cualquiera-
-Amigo tuyo ni en pedo la re concha de tu madre. Le contesta el chofer. Cierra la puerta y sigue. Le cortan la avenida. Se pone a tocar la bocina como un enajenado.

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96. Viernes. En uno de los asientos va un viejo viejísimo. El prototipo de viejo. Todo arrugadito. Parece un shar pei con los pliegues de arrugas acumulados en la jeta. Boina. Bastón. Lo acompaña una mujer que debe tener como 70 pirulos, fácil. Ella le dice “papá”. Lo trata de usted. Le pregunta
-Papá, ¿quiere que el sábado vayamos al centro de jubilados? Van a festejar el día del amigo. El viejo no le entiende porque al parecer escucha bastante mal con audífonos y todo. La señora le vuelve a repetir la pregunta pero más lento, le dice que van a estar fulanito y menganito. El viejo le dice
-el último amigo que tuve fue Pedro. ¿Te acordás de Pedro?
-Pedro se murió en el 83, papá.
-Por eso. Le contesta. Hace silencio. Pasan unos segundos. -¿Va a haber vino? -Pregunta. -Si no, no voy.