Hay gente que cuando sube al colectivo le dice al chófer “hasta la capital”. Gente que no viaja seguido, que rara vez se mueve más allá de su pueblo, su ciudad, su partido. Gente que se viste con lo mejor que tiene porque es una ocasión fuera de lo común viajar durante horas como un cerdo para ver cómo el horizonte dibuja la línea de la General Paz. Tan lejos es para ellos, tan fuera de su experiencia cotidiana que no miran el cartel al subir y le dicen al chófer
-San Justo.
-Este es el semirápido, mamí.
-¿Y dónde dice?
-En el cartel fluorescente amarillo con letras negras y rojas y una S que ocupa la mitad. Lo tenés ahí -le dice. -Mirá – y señala. Vencidos, se bajan sin reconocerlo, ora porque no prestaron atención, ora porque a fuerza de no ejercitar el hábito de la lectura se les dificulta la operación más sencilla. No es un chiste, el cine de González Catán no exhibe películas subtituladas, ni siquiera las que son para adultos. La cuenta es fácil, cuándo arrancaron se dieron cuenta que si había que leer, no las miraba nadie por más que fueran tanques. Así que las quitaron; vamos, a no escandalizarse, el negocio no es vender ejemplares del Amadís de Gaula, sino pochoclo y coca a a $120 la latita.
Así que, como no pueden leer, a veces pasa que le dicen al chófer a dónde quieren ir y el chófer, fiel a su estirpe de infamia y resentimiento, no les da bola y les cobra. Luego, en Laferrere o peor aun, en Ciudad Evita, el analfabeto funcional se da cuenta que quería ir a Ciudadela y no le dan las piernas para bajar mientras putea al chófer. El chófer, fiel a su estirpe de infamia y resentimiento, lo deja pasar porque no le importa, porque lo hace siempre, porque lo putean mil veces al día y porque se refriega por las pelotas el concurso ese de grandes chóferes que sacó el gobierno de la ciudad para calificarlos y que no le importa a nadie; si total, es verdad, su madre chupaba pitos con la encía en un pastizal de Isidro Casanova. Por eso, para olvidar de dónde viene y el oscuro basural donde irá a parar el moco verde de su alma, pone en su radio el programa de Beso Casella, que justo ahora hace un poupurri con chistes sobre travestis.