Lo que nunca, me tomé una combi. Sólo la uso en casos de emergencia, cuando es tarde y no queda otra. Poseen todos los defectos. Pero conviene aclarar por qué. Las combis de mi terruño no son como las de Adrogué o Monte Grande, como las de Nordelta o Chascomús. No señor. Las combis que van desde el km.29 de la ruta 3 hasta las inmediaciones de Plaza de Mayo son autitos chocadores, paran donde quieren, cuando quieren, son conducidas por gente sin preparación, que van a los santos pedos para ganarse un manguito más. Va gente sentada, claro, pero también viaja gente parada, apretujada a más no poder, que paga fortunas para llegar un rato antes a su casa o al trabajo.

Son inseguras, rotosas, malolientes. Cada tanto chocan y mueren varios. Mi tía viajaba en una de ellas cuando chocó. La llevaron en helicóptero al hospital más cercano. Como estaba inconsciente no pudo hacerse una selfie con las nubes. No estiró la pata de casualidad.

En las combis la banda sonora la elige el chofer. Si se te ocurre poner música en tu celular capaz que te amenazan con un fierro, literal y en sentido figurado. De vez en cuando hay que bajarse a empujar. De vez en cuando los revolucionarios de la Comisión Nacional Reguladora del Transporte (CNRT) se ponen en legalistas y las paran. Obvio que no hay un papel en regla por lo que los inspectores hacen la vista gorda y esa noche le llevan flores a su mujer, caramelos a sus pibes y se pagan una pizza de anchoas.

Se dice por ahí que las combis son propiedad de una concejal justicialista de La Matanza llamada Stella Maris algo, pero no me consta. También se dice, y se ve, que cambian cada 6 meses los vehículos por el desgaste al que los someten. Las cambian y a la semana ya están chocadas. O les falta un espejo. O tienen el parabrisas roto.

Los fines de semana, en los servicios de pasada la medianoche, las parejas se manosean fuerte, húmeda, enchastrosamente. La oscuridad y la cumbia romántica generan un clima ideal para el intercambio de fluidos. Cuando llegan a destino te dejan en un páramo infecto que en las noches de julio hacen que Kabul se parezca a eurodisney. Los choferes nunca tienen cambio y hacen -como todo animal urbano que busca sobrevivir- lo imposible porque no te acuerdes que te deben. Algunos beben mientras manejan. Casi todos fuman. Una vez vi a uno tomar merca antes de subir a manejar.

¿Por qué existen? ¿Por qué la gente hace uso de un servicio peor que el peronismo? Por la misma razón que existen los colectivos truchos, la bonaerense, el transa que vende falopa, la pornografía y el electricista que por unos mangos te cuelga del cable: porque cumplen un rol social que nadie más se preocupa en realizar.

Como se imaginarán, esto, en la presidencia de Pinedo, no pasaba.