Rememoraciones

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Uno puede extrañar muchas cosas, amores idos a medio parir, lugares del tiempo y el espacio en donde la felicidad nos dio una probadita de su cocaína mentirosa, perfumes que disparan un inside lloroso y maricón. Puede, incluso sentirse tentado a extrañar ciertas formas del dolor y el sufrimiento que uno se fumaba porque sarna con gusto no pica. Pero hay cosas que no pueden extrañarse ni aunque se trastoquen las leyes más elementales de la física. Gentes, lugares, situaciones que duelen incluso en plan de rememoración sadomasoquista. Una de esas cosas es, claramente, Constitución.