Angelito

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Hace incontables eras, cuando no existía el kirchnerismo y Flavia Palmiero era novia de Franco Macri, me pintó por la religión. Joven, inexperto, falto de amigos y demasiado pobre para permitirme drogas de calidad, pasaba un catolicismo baratito por ahí y me sumé. Estuvo bien unos años hasta que empecé a leer. Luego llegué a la conclusión de que los dioses, si los hay, disfrutan más de las lágrimas de los inocentes que de su salvación.

Crianzas

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Como no siento mucho aprecio por la condición humana la cosa medioambiental no me traba el sueño. Eso sí, la mugre te la combato por una cuestión de decoro así que si masco un chicle o me fumo un pucho me guardo los restos en el bolsillo. A la larga es peor el remedio que la enfermedad porque los bolsillos del saco acaban por ser un reservorio de sustancias indecibles que van combinándose entre ellas y generando su propio medio ambiente. Eso es lo que encuentra el punga de no más de 14 años que intenta zarparme algo en el tren Roca. El vagón explota. Nos hicieron bajar de dos formaciones que por desperfectos de algún tipo no salían. Una infradotada dice que son los coletazos de Mercurio retrógrado que terminó la semana pasada pero que no se quiere ir.

Literaturas peligrosas

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Es de noche, tipo 20:30. Está fresco, pero no tanto. Antes de salir del laburo me puse unos calzoncillos largos. Craso error. Ayer funcionaron bien pero hoy no. Me pican. Me detengo a rascarme las partes íntimas frente a un bar pocilguero de Constitución. Siempre está lleno porque no es solo bar. También es pizzería, parrilla, panchería y despensa de prostitución y también otras cosas poco claras. Las chicas se sientan al fondo, en una mesita. A decir verdad, no son chicas. Son señoras que deben estar en el oficio desde que más o menos se fundó. Nada que decir; cada quién para la olla como puede. Aparte, si están es porque clientes no les faltan y en ciertas áreas de la vida la experiencia y la maña valen más que la fuerza y la turgencia.

Transculturalidad

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Los negros que viven de la venta ambulante en Constitución son un ejemplo inmejorable de globalización. Ellos, inmigrantes a veces legales y a veces no, venidos de los rincones más ásperos del África subdesarrollada, venden gadgets para celulares, ropas, calzados de marcas europeas fabricados por trabajadores asiáticos subalimentados o bolivianos esclavizados en talleres clandestinos propiedad de damas de la alta sociedad de cabotaje.

Politoxic universe

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Juan de Garay, mano a Constitución. Viernes 20:00. Más o menos fresco. Por el camino me crucé con varios barsuchos. Algunos cool, algunos chic y algunos francamente de borrachos. Todos con su clientela en la puerta, haciendo esquina, tratando de perder la sobriedad o tratando de encontrarla, suele depender de la hora.

Reflexiones de un señor de cuarentaipico que todavía cursa I

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El profesor da las consignas para un parcial. Es de a dos. No tengo con quien hacerlo porque no soy muy sociable ni tengo tiempo para serlo. Le digo a una piba que está sentada frente mí. Me pone una excusa medio gansa. Algo así como que lo quiere hacer de a tres con sus amiguitas que no están presentes. Ok. No sé qué arregla con el profesor. Tampoco me importa. Reparte los temas. Me tocó el fácil. A ella, el imposible. La cara de que se quiere coser la argolla con alambre me alegra el día.

El origen del mal

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Lo dicho hasta el hartazgo moral: el colectivero pertenece a una raza miserable e indigna. Es una entidad en la que confluyen el mal, la perversión y la miserabilidad. No nacen así, lo cual es peor. Culpar al escorpión por picarte o al macrista por ser un iletrado es absurdo. Está en su naturaleza. El colectivero no, el colectivero se hace, se construye. Ningún pibe nace chorro, ninguna persona colectivero.

Gourmandis

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Pueden decir que soy un tipo de la vieja escuela, llamarme nostálgico, tradicionalista, un punto afín a folclores pretéritos, un misticista adorador de dioses antiguos y caducos. En fin, un retrógrado. Y sí, es cierto, todavía uso barbijo. Lo uso bien puesto, además. Lo uso el tiempo que el paquete dice que es útil, además. Y en honor a la verdad, uso dos, además. Uno de farmacia medio careli y otro de tela de kiosko del conurbano que me regalaron. Los uso juntos, por las dudas. Me siento más seguro, en especial cuando me subo con 89 tipos durante dos horas en un espacio donde entran 30 y no abren las ventanillas porque se les enfría el pechito. Uso alcohol en gel, además. Me lavo las manos, evito el mate, saludo de puñito y me di tres vacunas, además. Lo hice constar en mí perfil de Tinder, para hacerme el sexy. No la pongo nunca, además, pero ese es otro tema.

Fresca

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Aquello de que en bolas todos somos iguales cobra sentido con los primeros fríos. Iguales en verano cuando nos ponemos dos trapos y a la calle, iguales ante el calor, iguales ante la ley e iguales ante la muerte. Todas cosas muy piripipí en los papeles y en las pretensiones burguesas pero en los hechos no. Como en una reducción al absurdo mal entendida la fresca pone los puntos sobre las íes que es lo mismo que decir que la verdad de la milanga depende mucho tu lugar en la pirámide alimenticia para saber si vas a zafar o si se te van a congelar las pelotas. Cuestión de dinero, dicen.

Aniversario

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Hace unos días cumplieron 20 años de casados. Hicieron una reunión chica, para la familia, los íntimos y un grupete de 4 o 5 más. No sé a qué categoría pertenezco, pero resulta que los conozco a los dos desde mucho antes del casorio y caí en la volteada. Me invitaron y quedaba feo no ir. Fui, les llevé un vino y me acobaché en un rincón donde tienen una repisa con libros y discos a ver si podía robarme algo. También para preservarme. Tuve algo con la hermana de ella hace varios lustros y la cosa no terminó bien. No era el único en la reunión en esa situación, otros dos pibes presentes, la misma historia. Incluso creo que una flaca, que estaba del otro lado de la mesa y a la que solo cruzo en cumpleaños, casamientos y velorios también tuvo algo con ella. El creo es un eufemismo, todos lo damos por hecho, pero el tema nunca se tocó. Fue hace mucho y eran otros tiempos, de eso no se hablaba.

De venenos y cusquitos

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El falopero no es una rara avis del paisaje. Todo lo contrario. Es tan parte de la escenografía de extramuros que, como los camellos en el Corán, casi no aparecen. No hace falta, va de suyo que están ahí. De hecho, son los responsables de todo según el saber popular. ¿Te robaron? Seguro eran faloperos. ¿Te violaron? Seguro fueron los endrogados de la esquina. ¿La policía limpió a unos pendejos en la villa? Seguro eran narcos. ¿Hay gente afiliada al partido de Patricia Bullrich? Bueno… eso.

Embarbijaciones

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En pampas en donde parar la olla es el desafío diario, el mangazo es pan de cada día. Te manguea una moneda para el vino la monada que hace esquina. Te manguea un pucho un cualquiera en la parada del bondi. Te manguea un limón el vecino y te manguean un trago si te ven con el fernet recién servido en la puerta de tu casa en navidad. También te manguean la billetera, la mochilla y las llantas si andás por donde no debés; eso no es estrictamente un mangazo pero a los efectos es igual. Te quedás sin algo que tenías.

Notas apuradas sobre la exhibición del viaje

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Un grupúsculo muy extendido de gente hace culto de la idea de viaje. Van por la vida declamando su necesidad casi vital de cambiar de paisajes, de aires, de conocer nuevas personas, de vivir experiencias fuera de lo común. Todo esto acompañado de clichés y frases hechas mal citadas de cuánto autor se les cruce sean ya célebres luminarias de las artes y las ciencias o vulgares desconocidos que de casualidad dijeron algo que coincide con su forma de pensar y por eso nombran. Infaltables, también, la foto en redes sociales, publicitando el status de viajante, por lo general de 3 tipos:

San Valentín 3 – Notas de uso

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La piba está en la misma esquina desde anoche. La vi ayer cuando pasé por ahí. La llegada de San Valentín hace que lxs vendedorxs de flores se pongan pillos y primereen las mejores esquinas donde ofrecer rosas al precio que se les antoje porque saben que hoy más de uno va a querer ponerla con un mínimo esfuerzo. Pareciera ser que es más fácil que otros días. San Valentín tiene ese no sé qué que comparte con el día de primavera, navidad, año nuevo y los días que gana la selección. Love is in the air, se dice en estos casos. Se puso de moda hace unos años y como no hay moda que no venga con su merchandising hacen falta proveedores de flores, chocolates, dealers del romanticismo de cabotaje.

Homo evolutionis

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Pedro Goyena y José María Moreno. Cuento 125 personas en la fila. En hora pico suele haber el doble pero a esta no. Es raro. Me salta la ficha cuando relojeo las remeras. Son de varios movimientos sociales. La mayoría vienen de la protesta contra el Fondo Monetario en Plaza de Mayo. La verdad verdadera es que no parecen muy duchos en finanzas internacionales ni en geopolítica pero sí entrenados en correr la coneja seguido. Les guste o no a los intelectuales de Twitter eso te da una experiencia bastante intensa acerca de dónde está el bien y dónde el mal. Así que los felicito pero harían bien en no volver tan tarde o mejor dicho, me haría bien a mí que usen otra ruta porque me cagan la vuelta. Puedo subir recién cuando viene el quinto 180.

Anecdotario

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Hace muchos, muchos años, cuando Máximo K. todavía no jugaba a la play pero tenía un family re copado, viajar al colegio en Pontevedra era un asunto arduo. Pontevedra está en Merlo, casi casi en la frontera con Kathan city, que está en La Matanza. Digo casi porque antes, yendo por la ruta, está el Barrio Las Torres, que se llama así porque hay…torres, muchas, de alta tensión. Los vecinos unos campeones para bautizar lugares.

In media res

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Subo. Ni muy lleno ni muy vacío, ni mucho calor ni un frío de cagarse, ni música a los tacos ni silencio de sepulcros, ni sí ni no, ni blanco ni negro. Todo normal salvo la sordera del chofer. Uno pensaría que la combinación de barbijos más pantalla protectora del bondi, más ruido del motor, más bocinazos justificaría que nadie pueda escucharse. Falacias. El colectivero no escucha porque es medio sordo de verdad. Hay que gritarle. Acerca la cabeza al cortinado de baño transparente que le pusieron para no pegarse el bicho como si eso hiciera más claro el sonido. No se lo puede juzgar por eso. Todos hacemos lo mismo. Nos acercamos a la cortina y le gritamos hasta dónde vamos. Le cuesta entenderme. En un tiro pienso que es joda porque siempre subo al mismo bondi, con el mismo chofer, a la misma hora, vestido casi siempre igual. Por más opa que seas alguna regularidad en tu vida tenés que ser capaz de detectar. Cuando consigo que me entienda, marca el boleto, pago y… pasando al fondo que hay lugar.

Citrullus lanatus

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De todos los fenómenos conurbanos uno muy curioso es la venta de sandías. Por supuesto, como el fruto mismo, es estacional. No importa que mal que mal se consigan sandías el resto del año en cualquier verdulería. Llega diciembre y aparecen locales de venta improvisados Ad hoc, en variados puntos, en distintos barrios. Un día hay un kiosko de falopa y al otro día sin mediar corte de continuidad aparece una montaña de cientos de sandías cubiertas con una lona o un nylon con un tipo, por lo general joven, que está ahí llueve, truene o haya sol, las 24 hs. los 7 días de la semana. No sabés dónde caga, donde duerme ni de dónde salió. Como Viracocha un día aparece repartiendo sus dones y cómo Viracocha un día se va. La diferencia es, sino étnica, al menos económica: este te cobra lo que brinda. Y no está mal, hay que comer.